domingo, 13 de julio de 2014

Shakespeare en la cancha


Los partidos para dirimir el tercer lugar en las Copas del Mundo suelen ser partidos tristes. Después de todo se trata de un juego entre perdedores que saben que el de verdad se jugará al día siguiente. Pero el de hoy más que triste fue patético. Patético como una puesta en escena de "Hamlet" representada por payasos o por actores de telenovela mexicana, valga la sutileza: miraditas e índices apuntando al cielo, lagrimones incluso antes de empezar el castigo, quise decir, el partido, si es que hay alguna diferencia para los brasileños.

Bueno sí, el partido empezó a las 3:00 pm hora local y el castigo empezó apenas dos minutos después, cuando el árbitro marcó un penalti en contra de Brasil. Luego, en la repetición, se vería que no fue tal. Que la falta fue en el borde del área, no dentro de ella, pero se justifica la confusión del tipo del silbato porque Robben es tan rápido que parece vulnerar las leyes de la física y estar en dos lugares al mismo tiempo. Y Van Persie, claro, que no falla cuando se la ponen tan fácil.

Como en el “Julio César” de Shakespeare todo parecía volverse contra Brasil. Hasta los árbitros, tan benévolos a inicios de campeonato, se ensañaron contra el once brasileño. “¿Tú también, Bruto?” decía el otro Julio César, el portero de Brasil, mientras sacaba balones del fondo de su portería como quien se hurga una puñalada en pecho propio. Y no era para menos: había recibido casi tantos goles en los últimos dos partidos como cuchilladas el aspirante a emperador romano. Y encima al rato caía otro gol más, esta vez con un fuera de juego intercalado que el juez de línea tampoco vio. Pero nadie estaba molesto con los encargados de impartir ese simulacro de justicia que son las tarjetas de colores y los offsides ante el convencimiento que no por ilegales los goles holandeses eran menos justos. Y encima ofrecían el consuelo de tener a alguien a quien culpar que no llevara la camiseta verde amarela.

El consuelo para los espectadores fue ver 90 minutos más de Robben, posiblemente sus últimos en un Mundial en los que lució tan rápido y deslumbrante como si fueran los primeros. O los destellos de Wijnaldum, un centrocampista de 23 años que ayer, para despedirse contento, hasta se marcó un gol frente al cual ni Julio César ni Bruto, (el árbitro, ustedes me entienden) pudieron hacer nada. En cambio, la única decisión correcta que tomó el árbitro en toda la tarde fue pitar el final del partido y con él el suplicio de una nación que verá la final desde la mejor posición que ha ejercido en todo el Mundial: las gradas. 

2 comentarios:

Miguel Iturralde dijo...

extrañé a Fred... y alguien sabe porqué Felipao decidió sentar a Dani Alves en estos últimos partidos. Saludos.

Anónimo dijo...

Todo el mundo extrañó a Fred desde el primer partido, estando en el campo o en el banco.

Y no escalar a Dani Alves fue otro de los misterios que Felipao regaló al mundo, ni llega a ser el más increíble o importante.

Lamento no poder ayudar, pero por lo que se vio parece que ni los propios Fred/Felipao tienen respuestas para esas dudas.