jueves, 2 de junio de 2011

La última lección de Antonio Calvo

Hace unas semanas el suicidio del profesor Antonio Calvo tras su expulsión injustificada y grosera de la Universidad de Princeton donde trabajaba sacudió la comunidad académica norteamericana aunque solo fuera porque la muerte de Calvo ponía en cuestión esa propia idea de comunidad. Ahora veo un buen artículo del profesor Alberto Moreiras buen conocedor de un medio usualmente viciado por una turbia competencia que recuerda las tramas más sórdidas de Shakespeare. Del artículo extraigo un par de párrafos. Pueden leerlo completo aquí:


Ignoro hasta qué punto la relativa ausencia de comunidad —la inamistad colegial, la falta de interés, la rivalidad generalizada, el desdén por el apoyo mutuo, la caída del compromiso primario con el saber y la competencia a favor de la toma de posición ideológica, la cesión a intereses espurios de poder interno— caracterice también a otros campos de saber universitario. Una de las consecuencias de la evolución corporativa del mundo académico norteamericano es precisamente la tendencia a un aislamiento personal que ninguna “interdisciplinariedad” desbanca—no es imposible pasarse media vida en el departamento de algún sitio sin tener idea alguna de lo que pasa en el departamento vecino, y a veces sin conocer siquiera al personal. En los departamentos de estudios hispánicos lo lamentable es que, en la mayor parte de los casos, tal ignorancia no está causada por lo bien que uno lo está pasando en casa. Responde a otras causas que no son tampoco derivables de la felicidad teórica—la felicidad por la teoría—que Aristóteles recomendaba. Algo huele a podrido en espacios de saber y enseñanza donde ni la excelencia profesional ni la calidad humana se han mantenido como objetivos dominantes. Y a veces ya ni se cree en ellas. No es una situación sana, y produce tensiones a veces extremas e insoportables. Los celos, la envidia, el resentimiento, el abuso, aun sin razón aparente, se hacen visibles y densos. El impacto de todo eso en la vida diaria del departamento puede imaginarse sin dificultad. No ocurre en todas partes: las excepciones saben que lo son. Es la generación presente —los mismos cuya temprana experiencia profesional ha quedado ya marcada por la historia de Calvo— la que puede y debe cambiar el estado de cosas que prevalece. […]
Pero no sabemos todavía qué pasó en Princeton y no es bueno llegar a conclusiones infundadas y mucho menos acusar a nadie injustamente. La estructura de la historia, a falta de que Princeton hable, apunta desde luego a un fallo de la administración, a quien competía en última instancia la ayuda y defensa de Calvo antes de que las cosas llegaran a la cercanía de su desenlace. Ahora nadie quiere hacerse responsable, y nadie se hará. Eso es más de lo mismo. Eso es lo de siempre, lo que siempre viene pasando, pero ojalá no haya pasado en Princeton: abuso por parte de algunos, protección del que abusa, complicidad institucional, traición y placer inconfesable en la destrucción del otro, quizá reacción desesperada del acosado, refugio en la hipocresía administrativa, e impunidad final para los responsables de la destrucción.

5 comentarios:

Güicho dijo...

El problema de la docencia es que en un mundo mercantil se ha quedado en un entorno teológico. Si no pones un sistema de evaluación comercial -algo equivalente al vende o no vende de cualquier marca de yogur o zapatos-, los intelectuales docentes seguirán metiéndose el dedo en el culo unos a otros.

Anónimo dijo...

Una vez tuve el privilegio de hablar durante una cena con un premio Nobel de Fisica. Por el giro que tomaba la conversación general en la mesa, pude comentarle de lo agresivos que eran en general mis colegas. La respuesta que me dio el Sr. fué esta: "Que otra cosa se puede esperar de los colegas como no sea envidia y resentimiento".

Anónimo dijo...

No todos los profesores se suicidan. Bueno, algunos comen demasiados casquitos de guayaba, fuman, y beben a morro...pero van cambiando...Obviamente estaba deprimido. Tenia tratamiento, tenia alguna network de amigos o familiar que estuviese al tanto? Bebia, era alcoholico tal vez? Habia tenido o tenia tratamiento para su depresion? Lo habia intentado antes? Hay muchos signos, muchas veces sutiles de que alguien se nos va o se nos puede ir...y a no ser que se atajen, se nos van.

Enrisco dijo...

lo conocia y da la casualidad que una semana antes de morir una amiga comun se habia quedado en su casa. y cuenta que no lo vio deprimido ni nada por el estilo. lo vio preocupado con el problema de la universidad pero le dijo que confiaba que el asunto se resolviera a su favor. eso y la manera en que se mato (apuñalandose las muñecas y el cuello) hacen pensar en un suicidio causado por la rabia mas que por la depresion. no tenia problemas con el alcohol pero si vivia solo aunque tenia bastantes amigos en la ciudad y en todo el pais.

Anónimo dijo...

La rabia y la depresion van siempre juntas...se abrazan alrededor del concepto de lo "justo"...en el caso de la depresion, se dirige hacia uno mismo esa rabia. Las cuchilladas suelen ser verbales, el autoreproche, el ataque despiadado contra el simismo. En este caso fueron reales y dirigidas hacia el cuerpo. Lo de si estaba deprimido no es, infelizmente, una hipotesis...salvo en los casos de martirologio (en todos sus tipos y variantes) encaminados a doblegar al Otro, el suicidio no acontece por rabia sola, pq me enpingue contigo y/o cn la institucion. Ocurre pq no vemos salida. Por lo que cuentas, que la amiga no lo noto deprimido, es posible especular que su soledad era del tipo de "alone with everybody", estas muy triste pero nadie lo nota. Tal vez piensan que eres introvertido. En fin, tambien hay deprimidos bipolares, que tienen sus momentos de hipomania, y parecen ser tremendos jodedores...pero gente que se siente muy sola, que la vida es injusta, que no hay mas nada. Lo siento mucho por este hombre, la verdad.