domingo, 1 de julio de 2007

Sobre el suicidio en Hungría

Siguiendo con el tema del suicidio que abordamos hace unos días sorprende encontrar en los primeros lugares de las estadísticas junto a los países nórdicos que por condiciones naturales los asumimos propicios a la depresión a Cuba y Hungría. Sobre el caso húngaro el escritor Sándor Márai –futuro suicida él mismo- trata de explicar la inclinación de sus paisanos hacia la muerte por propia mano utilizando argumentos digamos que poéticos. Habla de la “terrible soledad histórica” de los húngaros un pueblo que “con todas sus particularidades, buenas y malas, se había quedado –situado de manera fatídica entre Oriente y Occidente- a solas con su destino.” De ahí que diga que “la conciencia de ser húngaro es sinónimo de soledad, de que el idioma húngaro es incomprensible para las personas de otra lengua y de que [esa lengua] tampoco tiene parientes, así como de que el fenómeno de lo húngaro, lleno de mezclas pero absolutamente peculiar, es extraño incluso para nuestros vecinos más próximos, que han compartido nuestro destino durante siglos, la conciencia de todo eso tiene algo de aterrador”. Márai fue un exiliado de toda la vida, primero de Horthy y luego de los comunistas y terminó suicidándose en 1989, pocos meses antes de la caída del Muro de Berlin, acontecimiento que había estado esperando media vida. No resulta extraño que para explicar las tendencias suicidas el escritor mencione además el peso de la Historia y al miedo que este suscita. Habla de personas que en los primeros años del comunismo en Hungría “tenían miedo a causa de lo que les repetían sin cesar desde los altavoces omnipresentes del Poder Central: que los días de la semana ya no eran simplemente lunes, martes, etcétera sino que todos eran historia consolidada. A lo mejor tenían miedo de la Historia.” Soledad histórica, peso de la Historia suenan como causas un tanto metafísicas pero no necesariamente descartables. Los cubanos, en nuestra resistencia a aceptarnos como latinoamericanos o caribeños y en nuestra frustrada pretensión a pertenecer al Primer Mundo Occidental junto a nuestra obsesión con la Historia no estamos tan alejados en esto de los húngaros mientras sí lo estamos en las circunstancias linguísticas. Me pregunto si valdría la pena pensarnos el problema desde esas variantes.

3 comentarios:

Infortunato Liborio del Campo dijo...

¿Por qué entonces se suicidan los japoneses? 30000 suicidios al año, según escuché en el telediario de La Primera de RTVE, equivalen a la cantidad de muertes por armas de fuego en los EEUU. Los asesinos americanos en Japón se quedarían cesantes, dada la propensión de los nipones a quitarse la vida ellos mismos. Recientemente se ahorcó un ministro ante un escándalo de corrupción, hecho que motivó un interesante artículo de Pérez-Reverte en XLSemanal titulado "Aquí nadie se Suicida"

Enrisco dijo...

vamos a tener entonces que llegar a la conclusion de que la culpa es del arroz?

Anónimo dijo...

en www.certo.es hay un buen articulo sobre el suicidio por manuel dominguez, saludos ribeira.eu